jueves, 27 de marzo de 2014

El esclavo de hoy

El esclavo de hoy es el que ha optado por el sometimiento. Uno se ve libre y se explota a sí mismo hasta el colapso. Sin duda es el aviso de derrumbe.
“La depresión es una enfermedad narcisista. El ego te hace perder la distancia hacia el otro y ese narcisismo lleva a la depresión. ¿Hay posibilidades de vencer ese estado depresivo? “La forma de curar esa depresión es dejar atrás el ego. “Porque frente al enemigo exterior se pueden buscar anticuerpos, pero no cabe el uso de anticuerpos contra nosotros mismos”.
Hoy, sin embargo, “la violencia, ya no destruye desde fuera del propio individuo. Lo hace desde dentro y provoca depresión o cáncer”. La interiorización del mal es consecuencia del sistema neoliberal que ha logrado algo muy importante: ya no necesita ejercer la represión porque esta ha sido interiorizada. El hombre moderno es él mismo su propio explotador, lanzado solo a la búsqueda del éxito. Siendo así, ¿cómo hacer frente a los nuevos males? No es fácil, el individuo no es libre para decidir si quiere o no dejar de estar deprimido.
El hombre cede su soberanía y su libertad. Ha interiorizado la represión y se ve abocado al cansancio y la depresión. El hombre se ha convertido en un animal , “verdugo y víctima de sí mismo”, lanzado a un horizonte terrible: el fracaso.
Mientras Grecia, Portugal, Italia y España están en ‘shock’ por la creada crisis financiera, se endurecen la competencia descarnada y los despidos.  “Estamos todos agotados y deprimidos. Eso mismo ocurre con la corrupción en la política: “La transparencia que se exige hoy en día de los políticos es cualquier cosa menos una demanda política. No se pide la transparencia para los procesos de decisión que no interesan al consumidor. El imperativo de transparencia sirve para descubrir a los políticos, para desenmascararlos o para escandalizar. No es la demanda de un ciudadano comprometido, sino de un espectador pasivo. La participación se realiza en forma de reclamaciones y quejas.
La exigencia de transparencia, acompañada del hecho de que el mundo es un mercado, hace que los políticos no acabemos siendo valorados por lo que hacemos, sino por el lugar que ocupamos en la escena. La confianza solo es posible en un estado entre conocimiento y no conocimiento. Confianza significa, aun sin saber, construir una relación positiva con el otro. La confianza hace que la acción sea posible a pesar de no saber. Solo se pide transparencia insistentemente en una sociedad en la que la confianza ya no existe como valor”. Y se ha diluido también la “verdad”, porque en la sociedad de la transparencia lo que importa es la apariencia. En la antigüedad, lo importante era el ser, ahora se impone el tener. En la actual sociedad del espectáculo, sin embargo, domina la importancia del parecer, de la apariencia.

Lo único que da valor al político es el aparecer, el exhibirse, colocarte en un escaparate”. “La acumulación de la información no es capaz de generar la verdad. Cuanta más información nos llega, más raro nos parece el mundo”. Un problema que no entendemos, es el funcionamiento del dinero, un sistema corrupto en sí mismo. No sólo entender la diferencia entre el dinero productivo y el especulativo, sino que el dinero es deuda y esa deuda nos hace esclavos.    
Salud y calma. Antonio Ortiz, portavoz y concejal de Ven-T

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