Si para que votéis tenemos que decir que somos de izquierdas, O decir que somos de derechas…
Qué tenemos que decir o hacer para que nos votéis. "No somos tontos, que sabemos lo que queremos..."
El sentido del voto, un asunto emocional e
irracional:
¿Quieres entender por qué la gente vota a los que les roban?
Muchos siguen pensando que la gente vota en
función de unos parámetros racionales y, de esa manera, son incapaces de
comprender cómo es posible que sigan votando a seres que les roban, que les
desprecian, en definitiva.
La razón por la cual muchos no entienden nada es
porque su planteamiento falla de raíz: el sentido del voto es irracional,
emocional.
En la mayor parte de los casos, el intelecto no
participa.
El desconocimiento de la mayor parte de la
población sobre la psicología social y el efecto del inconsciente sobre la
psique individual es casi absoluto, pero no así por parte de los políticos,
para quienes es el “abecé” de su trabajo.
Por eso no escucharéis en sus proclamas y discursos
ningún análisis de los problemas y sí, en cambio, proclamas directas y
emocionales, diseñadas para conquistar los instintos y emociones más básicas
del individuo:
la supervivencia y el
miedo.
El miedo a no sobrevivir y anteponer el sentido
de la supervivencia por encima de ese miedo. En la psique social humana todavía
está vivo el instinto de tribu que conduce a unirse frente a un enemigo común.
Para eso está la dicotomía “izquierda-derecha”.
Para eso se inventó.
Por eso se revive ese fantasma periódicamente,
por un lado y por el otro.
Porque saben que la tribu (el inconsciente de
ese colectivo) buscará el refugio de su grupo por temor a que vuelva la guerra,
la guerra mítica, la guerra del inconsciente, la
que opera sin el concurso de nuestra razón.
Por eso es casi imposible convencer a nadie de
nada, porque en la mayor parte de las conversaciones o discusiones no opera la
razón sino las heridas emocionales frente a las que se levanta una capa de
protección que son las propias creencias sobre la que se construye el
“Yo”; la estabilidad emocional, el
personaje para lidiar en esta jungla.
Cuando uno siente miedo, el remedio más sencillo
es bloquear la conciencia que “crea” ese miedo a partir de la proyección de una
serie de eventos en el tiempo; unos sucesos que están fuera de nuestro control
y ante los que nos sentimos desprotegidos.
La mente bloquea, la consciencia para paralizar
ese miedo (“no quiero saber”) y de esa manera, perdemos (un poquito de) nuestra
conciencia. O un mucho. Según si admitamos un poco o mucho de la pérdida de esa
consciencia, nos iremos haciendo más y más emocionales, más irracionales, más
manipulables.
Esa, y no otra, es la razón por la que
contemplamos una omnipresencia del miedo en la “cultura moderna”: películas,
realities show, noticias y series de televisión giran alrededor del miedo para
que la gente no llegue a pensar, no llegue a darse cuenta de lo que sucede.
Para que voten irracionalmente. Por eso mucha
gente vota a quien le roba. Por miedo. Por un miedo atávico, generacional, a la
Libertad.
Por eso, todo aquel nuevo partido político que
quiera conquistar a estos votantes dañados emocionalmente, deberían construir
su discurso, primero de todo, destinado a recuperar su dignidad y reparar sus
emociones heridas, con cariño, llegando a sus corazones por encima de todo.
Porque únicamente desde el corazón y la
comprensión de sus miedos (“Sé que tenéis miedo a que os engañen otra vez”, “sé
que muchos preferís lo malo conocido que lo bueno por conocer”) es como se
podrá abrir esa lata oxidada durante siglos que es el miedo a la Libertad del
Ser Humano.
Por pura lógica, y si más de un tercio de la
población vota por temor a la llegada de su enemigo, las proclamas de venganza
y de resucitar viejos fantasmas y viejas guerras son lo menos indicado para
conquistar nuevos públicos.
Que cada cual se dé por aludido en lo que le
toca.
Rafael Palacios
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