Madrid 2020: El fracaso de una nación
Armando Robles

Esas aves de rapiña disfrazadas en Argentina de buenas intenciones ya no engañan a casi nadie. España no será sede de los Juegos Olímpicos por la inestabilidad de su economía, por la corrupción de la vida pública, por el desprestigio del Rey y porque ésta es la única nación europea que ofrece dudas acerca de si será capaz de mantener sus actuales límites territoriales a corto plazo. La imagen del atleta marroquí arengando a la delegación española sobre los deberes no cumplidos, nos hace caer tan bajo que ya es imposible aguantar por más tiempo a esta clase dirigente, que es causa de vergüenza y de bochorno; desde Felipe y Letizia hasta el último alcalde zarrapastroso que han viajado suntuosamente a la Argentina. Dicen ellos que para hacer lobby.
Lo peor con todo es la resistencia de un sector de la sociedad española a comprender que, con esta castuza dirigente, con esta Familia Real, con estos pertrechos morales, con este espíritu cainita que nos alumbra el camino hacia el infierno, lo anormal habría sido lo contrario al fracaso. Muchos españoles han sentido ternura ante los pobres miembros de la delegación española que han comido, cenado, vivido y fornicado en Argentina a cuerpo de rey. El corazón de esos españoles vibra con sus penas y se duele de que esos golfos dejen de percibir millones de euros en comisiones, obras de infraestructura, viajes de protocolo, invitaciones… La sordidez del pueblo español se muestra una vez más entre las glorias de una nación que ha sido arruinada y los goces por la avaricia de los arruinadores.
Si España no hace otra cosa que recibir palos, si nuestra soberanía ha sido vendida a precio de saldo, si esto está a punto de hacerse rodajas, si la autoridad del Estado en Cataluña ha sido hecha añicos, si la sedición está a la orden del día, si cualquier mindundi africano tiene más autoridad internacional que nuestros políticos, si la mejora económica ni está ni se la espera, si hasta los monos de Gibraltar se ríen en las barbas de Rajoy y si hasta Turquía está por encima de nosotros en las preferencias del Comité Olímpico Internacional, yo no puedo silenciar cuál sería la mejor fórmula para este momento dramático que sufre España: seamos por una vez buenos demócratas; hagamos un sufragio puro, sinceramente puro y democrático…
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