Comprender la diferencia entre el dolor y el sufrimiento,
descubrir las distintas formas en las que alimentamos las emociones dañinas,
así como las distintas opciones y actitudes desde las que podemos liberarnos de
las mismas, es fundamental para transformar nuestra vida y nuestras
circunstancias.
En estos días, estoy dejando atrás la corrección de mi último
libro “El cáncer REVIERTE”. Todas y cada una de las terapias que complementan a
la nuestra, son coadyuvantes en nuestro proyecto de Chumbera Blue. Este libro
lo he dedicado a todos los profesionales que trabajan por la remisión
permanente del cáncer.
A mis amigos
médicos y terapeutas que tratan el miedo y el sufrimiento tanto como sus
pacientes. A todas aquellas personas que están dispuestas a ver más allá de lo
que se consideran inamovible, a
profesionales que se han expuesto al ridículo, a la pérdida de su posición
social, a condenas de la justicia con la finalidad de avanzar un poco más. A
los científicos que elaboran nuevas teorías trabajando día y noche en sus
laboratorios y con sus pacientes. A los científicos investigadores con
criterios abiertos. A personas como yo, que han dejado treinta años de trabajo,
estafado por un banco de los llamados “éticos”. Y por supuesto a todos los
enfermos del mundo.
El profesor René Dubos
de la Universidad Rockefeller de Nueva York decía que el problema de la
medicina científica consiste en que no es lo suficientemente científica. La
medicina de hoy en día sólo llegará a ser verdaderamente científica, cuando
médicos y pacientes hayan aprendido a manejar las fuerzas tanto físicas como
mentales que actúan a través del poder curativo de la naturaleza . Y este señor
fue el descubridor del primer antibiótico comercializado en 1939.
Las enfermedades cansan fisiológicamente hablando, pero las
que acaban contigo, convertidas en crónicas, siempre van acompañadas, además de
la mala nutrición, del aspecto psicoemocional en sus orígenes. No es el médico
el que nos va a curar. El médico nos va a orientar y somos nosotros los que
tenemos que luchar para conseguir nuestros objetivos. Para eso necesitamos una
mente abierta, desbloqueada y optimista, pero sobre todo, ser responsables de
nuestro propio cuerpo.
“Como decía en uno de sus artículos el doctor
Harguinday, al personaje más santo,
generoso, sencillo y espiritualmente elevado, al que por todo ello nadie
comprendía y del que todos se mofaban, Dostoievsky le dio el nombre de ‘El idiota’.
Sobre todo
merece prestar una especial atención a una pequeña pero gran obra universal que
refleja como nada y nadie la situación actual de este país, dominado por la
corrupción política, moralmente hundido por la crueldad, ausencia de compasión
y decencia de banqueros y por la falta absoluta de empatía y honestidad de
grandes “empresarios”, algunos incluso al frente de cada vez más famosas
fundaciones “sin ánimo de lucro”… Se refería a la inmortal obra de Henrik
Ibsen, también muy irónicamente titulada “Un enemigo del pueblo”.
Dicho ‘enemigo del pueblo’, y al revés nos lo
dice Ibsen para que le entendamos, es el heroico médico Dr. Thomas Stockmann,
la única persona decente de la sociedad democrática en la que se desarrolla la
trama, el cual descubre que el agua con la que se abastece a su población está
envenenada y es causante de innumerables males y enfermedades en la gente. Los
políticos demócratas, democráticamente, claro, es decir por una gran mayoría, a
pesar de ser conscientes del peligro, votan en contra de la propuesta de
nuestro héroe de cerrar el balneario de donde provienen las infestadas aguas.
La
fiera oposición de Stockmann cuenta incluso con la tentación de su propio y
corrupto hermano de nombrarle director del putrefacto balneario. Al final,
incapaz de doblegar su voluntad ni convertirle en un hipócrita más a pesar de
las propuestas crematísticas con las que es tentado, el gobierno local declara
al incorruptible Dr. Stockmann ‘enemigo del pueblo’ al no someterse a la
legalidad y a la opinión de la mayoría;
«El sistema está podrido, los parches
ya no sirven, la metástasis es total. Necesitamos una renovación completa, un
renacimiento desde el origen, y esto es una tarea del espíritu».
Termina el doctor Salvador Harguindey, vicepresidente de la Sociedad Internacional
de la Dinámica de Protones en el Tratamiento del Cáncer, presidente de la
Asociación para la Investigación y Tratamiento con Protones del Cáncer (ACRTP):
¡Silencio
todos! ¡Escuchad lo que acabo de descubrir! …El hombre más fuerte del mundo es
el que está más solo». Salud y calma, o nos salvamos todos o no se salva
nadie.
Antonio
Ortiz. Concejal y Portavoz del grupo municipal Ven-T con nosotros.com
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