3 de julio de 2012 (LPAC) — El debate sobre la ley Glass-Steagall, más allá de Estados Unidos, está ahora mas caliente en Inglaterra, donde los escándalos en torno al Banco Barclays y la LIBOR ('London Inter Bank Offered Rate´, por sus siglas en inglés, es la tasa de referencia diaria basada en las tasas de interés bajo la cual los bancos ofrecen fondos no asegurados en el mercado interbancario) han elevado la conciencia sobre el tema, sin mencionar la agonía que sale de más allá del continente. El consultor financiero Terry Smith escribió un artículo en el periódico británico The Guardian con el título de "Los corredores son la ruina de la banca". Dice que los argumentos en contra de la separación de la banca siempre fueron débiles, pero ahora, como resultado de los escándalos, la separación es "irrefutable". Y concluye con que "el Reino Unido y Estados Unidos deben promulgar una ley Glass-Steagall (la ley bancaria de 1933 aprobada a raíz del gran derrumbe, la cual separaba la banca comercial de la de inversión) y separa los bancos al menudeo de los de inversión. La 'barra de protección' que propone la Comisión Vickers, no funcionará".
El Financial Times se las arregla para no mencionar nunca la Glass-Steagall por nombre (no se nombra la soga en la casa del ahorcado), pero Johanthan Ford, del cuerpo de redactores del diario, escribe una defensa de la separación bancaria. Luego de advertir primero que "podría ser demasiado tarde para regresar a la botella al genio de la 'banca de inversión' ", Ford dice que "si se ha de intentar eso, se necesitará que se vuelva a imponer una separación rígida y formal entre las dos mitades del negocio. El informe de sir John Vickers sobre el futuro de la banca británica, propone que tengan cortafuegos internos entre una y otra forma de banca. Quizás sea necesario algo más brutal".
Hamish McRae, comentarista financiero del periódico Evening Standard, escribió "El colapso bancario traerá prudencia", a raíz de los escándalos de la LIBOR. "En Estados Unidos, el desarrollo conjunto de la banca comercial y de inversión es relativamente reciente, sobre todo después de la flexibilización en 1999 de la ley Glass-Steagall de 1933. El argumento a favor de una división en las operaciones por lo general se ha fundamentado en que el dinero de los depositantes —y la garantía implícita o explicita de los gobiernos— no se debe arriesgar en el casino bancario".
Otro argumento también notable y muy bien elaborado a favor de la Glass-Steagall, lo planteó un lector del periódico Independent: "En Estados Unidos por sesenta años la ley Glass-Steagall de 1933 separó la banca comercial de las firmas de inversión... Los años de liberalización de los gobiernos de Reagan y la Thatcher en la década de los 1980, la derogación en 1999 de la ley Glass-Steagall... eliminaron el muro de protección alrededor de los bancos comerciales... Para proteger el ahorro nacional, se debe reinstaurar la ley Glass-Steagall".
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