Pedro
Sevilla,
Don Pedro…
Señor de Arcos de la Frontera, escritor y
poeta.
Escribo esta reseña por lo que me inspira y transmite Pedro
Sevilla. No le digo Don Pedro en las distancias cortas porque dejaría de
hablarme. Su personalidad amable,
agradable, afectuosa y cordial. Su reputación pulcra, y su talante gentil de humanismo transformador. Perfil
humano que me imagino le condicionó en su momento, a ser un hombre de
izquierdas debido a la transición política de este país que fue una pantomima democrática
al igual que lo es hoy. Para ser como es él, no se necesita ideología. En esos
tiempos, ser de derechas o de izquierdas, no tenía nada que ver con el
sentimiento y el concepto actual, aunque muchos se empeñen en vendernos la
burra para que nunca nos pongamos de acuerdo y sigamos despolarizados. Muchos, por
cierto, que no han gestionado bien ni un kiosko en su vida y han jugado con la
ignorancia de muchas personas desde la política. Ignorancia que sigue en cierta
medida aunque los de ahora estamos mucho más enchufados al móvil, a la tablet y
a McDonalds. La plaza del pueblo es ahora Facebook. Ahora no se justifica
hablar de política responsablemente con la cantinela de la izquierda o la derecha,
mientras no cubramos las necesidades básicas de las personas. Como no creo en
las ideologías manipuladoras, como tampoco en el sistema(s) que nos mal
gobiernan, cambio de rumbo por respeto a Pedro que se merece lo mejor.
Bastante tuvo Pedro Sevilla con el suplicio de llevar puesto
el traje y la corbata que le obligaron a lucir. “Arreglaito tienes que ir”, le comentó
su compañera.
Asistí con sumo placer al Olivares Veas. Y con mucho mas gozo,
alborozo y alegría al ver el teatro lleno. Por un momento pensé, como Pedro, si
se trataba de un concierto de Isabel Pantoja o de la presentación de un libro.
A rebosar el patio y el gallinero….ni una butaca libre ni disponible. Esto me llena de
esperanza y satisfacción.
La diferencia entre Unamuno y Pedro Sevilla, guardando las
distancias, comentaba Pedro con tono jacoroso, es la distancia de Bilbao a Arcos.
Pedro, Don Pedro, masticó en la presentación, las frases y
las palabras con sus pausas y parsimonia como le caracteriza. Sencillo en su
oratoria, como siempre que le oigo hablar, inspira confianza este hombre. No
logro entender del todo si es su media sonrisa con la que te recibe siempre o
su estilo caballeresco, atento, y respetuoso. Conquista e inspira credibilidad,
lo cierto es que no he oído hablar mal de él a nadie; Y en los pueblos ya se sabe
que no es fácil decir esto.
“Los Relojes nublados”, título del último libro de Pedro
Sevilla, sin leerlo despacio y en profundidad como suele hablar él, pero sabiendo o
intuyendo parte de lo que el escritor quiere decir en sus páginas, difiere un
poco de lo que entiendo por alcoholismo como enfermedad psicoemocional, Los
relojes nublados, como el bien explicó, simboliza ese tiempo perdido o lapsus
de tiempo mental inexistente que los alcohólicos tienen cuando beben y necesitan volver a beber para creer recuperarlo….Yo
siempre digo que detrás de una enfermedad hay un sentimiento. Tengo pacientes y
amigos que lo sufren.
Entendí y confundí, cuando leí el título del libro de manera
más simple que no sencilla “Los relojes nublados”, como la dificultad que
tienen los enfermos en ver el reloj y la hora cuando están ebrios. La mayoría
de las veces les esperan mujer, hijos o familia y por una mezcla de cobardía e
inseguridad llegan tarde a casa, donde curiosamente no quieren ir por otra
parte. “La mirada turbia, nublada y lejana al reloj” el miedo a saber la hora….
Son tantas cosas las que no vemos aun estando sobrios, que en el alcohol creen encontrar
la salida a un mundo interior fundido en la incomprensión, falta de
inteligencia emocional, maltrato, inseguridad, escape de una realidad ficticia
que atormenta cuando no aceptamos la gran mentira en la que vivimos y nos
aferramos o estancamos en un plano de vibración bajo… El vicio y la necesidad
fisiológica vienen después, el origen del problema es emocional en la mayoría
de los casos que me he encontrado.
Pedro, Don Pedro, una vez más, nos regala en estas páginas,
vivencias de su Arcos y sus personajes. He tenido en este caso junto con su Majestad la Reina Leticia, mala
suerte en el apellido elegido para los personajes por el autor. Nos habla con
la sensibilidad que le caracteriza, de
la empatía que siente con los que padecen o sufren el alcoholismo. El lado
humano siempre presente de este señor con mayúsculas, que un día fue
funcionario y que decidió ser de izquierdas, pero sobre todo persona, escritor
y poeta. Un artista y pensador comprometido con los tiempos que nos tocan vivir
sin perder la mirada y recordando un pasado no tan lejano.
“Salud y calma, o nos salvamos todos o no se salva nadie, a
no ser que leamos a Pedro Sevilla… me gustaría que se vendieran miles de libros
“Los Relojes Nublados” y se queden en las estanterías este año los ordenadores”.
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